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Ideas bajo la ducha
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Les voy a contar cómo se me ocurren las ideas o temas que necesito para escribir libros, columnas -que ya no hago- o los programas diarios en Youtube. No se me ocurren sentado, como “El Pensador” de Rodin, inclinado en una silla o sillón pensando que tengo que pensar. ¡A nadie se le ocurre nada…
Les voy a contar cómo se me ocurren las ideas o temas que necesito para escribir libros, columnas -que ya no hago- o los programas diarios en Youtube.
No se me ocurren sentado, como “El Pensador” de Rodin, inclinado en una silla o sillón pensando que tengo que pensar. ¡A nadie se le ocurre nada así!
Muchas se me ocurren mientras me ducho y les advierto que son duchas cortas porque son con agua fría. Ahí estoy, jabonándome y “¡Bingo!”, aparece completa y lista para consumir la idea necesaria.
Otras se me aparecen de la misma manera, listas para consumir, completas de arriba a abajo, con cada argumento y detalle, mientras estoy regando y a veces ni siquiera preocupado que debo tener una idea.
A veces es la lectura. Lo pensado por alguien a quien leo me inspira una idea y siempre es del mismo modo: de golpe, entera, con detalles y hasta con las frases necesarias para expresarla. Lo único que tengo que hacer después es ponerla en el papel, ser como secretario de mí mismo. En mi vida se me ha ocurrido algo llevando a cabo una especie de procedimiento paso a paso como quien saca un problema de matemáticas.
¿Dónde se producen esas ideas que se me aparecen así? Se producen en esa inmenso océano neuronal que todos tenemos, pero del que somos apenas conscientes. Nuestra mente es como un inmenso bosque, de noche, del cual sólo vemos lo que alumbra un fósforo.
Me pasa también con los problemas de ajedrez y los de matemáticas. O veo en un instante la solución, o, si no sucede, debo ir paso a paso examinando al por menor y a veces acierto y otras me cabreo y dejo el asunto.
Estoy seguro que a Ud. le pasa igual, que piensa igual.
A veces también llegan orinando, por eso hay un capítulo en honor a ello en Para No Tirarse por la Ventana. ¿Ya lo leyó?
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Chao!
Fernando